
En nuestro trabajo, la claridad y la integridad son, sin duda, dos de los pilares más importantes y por eso me ha parecido especialmente interesante la reciente propuesta de la Confederación Mundial de la Joyería (CIBJO) sobre la nomenclatura de los diamantes sintéticos. La organización, que lleva tiempo intentando integrar este nuevo segmento del mercado, ha decidido que es hora de reevaluar las cosas.
En su último informe la Comisión del Diamante de la CIBJO, liderada por Udi Sheintal, propone volver a la exclusividad del término “diamante sintético”. La intención es modificar su “Libro Azul” y los estándares ISO para que esta sea la única denominación aceptada para los diamantes no naturales, tal y como se hacía antes de 2010.
¿Qué ocurre con las denominaciones “lab grown” o “lab created”?
Desde CIBJO explican que en 2010 la Federación aceptó estos términos para alinearse con otras asociaciones de nuestra industria, tendiendo una mano al sector de los diamantes sintéticos. La intención era integrar a estos productores en su marco regulatorio, reconociendo una realidad comercial que ya estaba presente en el mercado. Sin embargo, y en palabras de la propia organización, esa cooperación no se materializó tal y como esperaban (para más detalles, aquí tienes el enlace al comunicado oficial: “Pre-CIBJO Congress Diamond Special Report reevaluates terminology being used to describe and grade synthetics”).
Según Sheintal, muchos actores de este sector se han aprovechado de la nomenclatura para promover sus intereses comerciales, a menudo a costa de la reputación de la industria del diamante natural. La CIBJO considera que la denominación “creado en laboratorio” siempre fue un eufemismo que buscaba dar un “sentido de misticismo científico”. En su propuesta CIBJO insta a que los diamantes sintéticos se describan y comercialicen por lo que realmente son: productos fabricados en instalaciones industriales, no “creados” de forma orgánica en un entorno de laboratorio.
Mi postura: una cuestión de coherencia y claridad
A pesar de que las denominaciones “lab grown” o “lab created” son muy populares, si me sigues desde hace tiempo ya sabes que yo siempre he dado prioridad al término “sintético”. Para mí es una cuestión de coherencia y, sobre todo, de claridad. El término “sintético” no solo es correcto desde el punto de vista químico y comercial, sino que es el más preciso para describir la realidad: un diamante sintético es un diamante que ha sido sintetizado, es decir, fabricado por el ser humano. Simple y directo. Creo que esta sencillez es crucial para construir confianza con los consumidores.
Un enfoque poliédrico: más allá de la nomenclatura
La propuesta de CIBJO no es solo un debate semántico. Sus implicaciones van mucho más allá y afectan a la industria desde múltiples ángulos:
- Transparencia para el consumidor: la utilización de un término inequívoco como “sintético” elimina la confusión y facilita que los consumidores entiendan la diferencia fundamental entre un diamante natural y uno fabricado.
- Impacto en el mercado: un cambio de nomenclatura de este calibre podría influir en las estrategias de marketing de ambos sectores. Los productores de diamantes de extracción podrían hacer hincapié en la defensa de la singularidad y el valor de su producto, mientras que los fabricantes de diamantes sintéticos podrían optar por redoblar su presunta apuesta por la responsabilidad social y la sostenibilidad, o bien apostar por soluciones tan creativas como la de Diamond Foundry: “VRAI coins world’s first lab-grown diamonds backed by Bitcoin”.
- Unidad en el sector: el informe de CIBJO también hace un llamamiento a la unidad del sector: es vital que la industria hable con una sola voz. La armonización de la nomenclatura es uno de los muchos factores que deben contribuir a fortalecer la posición del sector a nivel global.
- Estándares y regulaciones: CIBJO menciona la necesidad de enmendar los estándares ISO. Esto indica que la propuesta tiene un peso regulatorio significativo y no es solo una recomendación. Esto podría sentar un precedente para futuras normativas internacionales.
En resumen, lo que está sobre la mesa no es una simple cuestión de palabras. Se trata de un debate sobre la honestidad, la transparencia y el futuro de nuestra industria. Todos somos responsables de que el consumidor entienda exactamente qué está comprando y, en mi opinión, utilizar el término “diamante sintético” es una forma clara y honesta de empezar la conversación.
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