En los últimos años hemos visto cómo proliferan las iniciativas promovidas desde el sector en respuesta a la creciente demanda de joyería medioambiental y socialmente responsable por parte de los consumidores. La pregunta que surge es… ¿cómo puedo garantizarle a mis clientes que la pieza de joyería que me están comprando es, en efecto, «sostenible»?
Dar respuesta a esta pregunta exigiría comenzar por definir el concepto de «sostenibilidad» para, acto seguido, determinar los requisitos de obligado cumplimiento para poder aplicar este calificativo de manera rigurosa. Lo cierto es que es algo mucho más fácil de decir que de hacer.
¿Es lo mismo «oro ecológico» que «oro sostenible»?
En primer lugar creo que es prudencial explicar la diferencia entre «oro ecológico» y «oro sostenible», ya que estos conceptos no son intercambiables:
- El «oro ecológico» sería el obtenido mediante procesos que no son perjudiciales para el medio ambiente (el concepto «ecológico» en este contexto hace referencia única y exclusivamente al medio ambiente).
- Para definir «oro sostenible» debemos remitirnos al principio tercero de la Declaración de Río (1992), que reproduce la definición del Informe Brundtland (1987): «satisfacer las necesidades de las generaciones presentes sin comprometer las posibilidades de las generaciones del futuro para atender sus propias necesidades». Como se puede comprobar, el concepto de sostenibilidad es mucho más amplio y contempla tres dimensiones: sociedad, economía y medio ambiente.
Pero… ¿cómo podemos saber si estamos adquiriendo «oro sostenible»?
Los sistemas de certificación del oro
Sin ir más lejos, en la pasada edición del Foro de la joyería y la gemología Prodiam 2015, que se celebró el 8 de septiembre del año pasado, tuvo lugar una mesa redonda con el sugerente título «Joyería Responsable, ¿Compromiso real o estrategia de marketing?». Tanto Helena Bermúdez, Directora de Comunicación y Marketing de Chopard Ibérica, como Israel Vicente, CEO de la empresa de joyería española Ibertaly, expusieron su experiencia con la organización Responsible Jewellery Council, una ONG que autoriza a diferentes compañías certificadoras para que verifiquen que sus miembros cumplen su código de buenas prácticas. Este código recoge aspectos tan significativos como el respeto a los derechos humanos, los derechos de los trabajadores, el impacto medioabiemtal, las prácticas mineras, la información que reciben los consumidores acerca de los productos, etc. Especialmente relevantes resultan los aspectos relacionados con la diligencia debida en la cadena de suministro, sobre todo en lo concierniente a la cadena de custodia.
¿Cuál la primera dificultad que se le presenta al fabricante de joyería en el momento en que se plantea la posibilidad de acogerse a este tipo de programas de certificación? Su coste, a sabiendas de que no se trata tan sólo de un coste económico, sino de adaptación de los procesos y procedimientos a estos criterios… tanto de su propia empresa como de sus colaboradores principales (proveedores y, en algunos casos, clientes).
Pero quizás más complejo aún resulte el segundo problema: la limitadísima disponibilidad de oro que cuenta con trazabilidad plena. Por si el concepto de «trazabilidad» resulta extraño para alguien lo defino a continuación tal y como lo hace el Comité de Seguridad Alimentaria de la Asociación Española de Codificación Comercial (AECOC), como término de uso habitual en la industria alimentaria:
«Se entiende trazabilidad como el conjunto de aquellos procedimientos preestablecidos y autosuficientes que permiten conocer el histórico, la ubicación y la trayectoria de un producto o lote de productos a lo largo de la cadena de suministros en un momento dado, a través de unas herramientas determinadas».
Es posible que ahora mismo te estés preguntando por qué es tan complicado acceder a oro que sea fruto de procesos de extracción que respeten todos esos aspectos que toman en consideración organizaciones como el Responsible Jewellery Council o Fairmined Gold. Esta ONG ha sintetizado en un vídeo la problemática que desea combatir y su propuesta para hacerlo:
Desafortunadamente, la extracción de oro de forma artesanal, que es habitual en países en vías de desarrollo, es sinónimo de explotación infantil, discriminación sexual, incumplimiento de medidas de seguridad básica, destrucción del medio ambiente… minimizar todo esto exige una inversión creciente, que se traduce en un incremento de los costes de explotación. Todo esto hace que el oro proveniente «de minería justa» presente para el fabricante no sólo la desventaja de su reducida disponibilidad, sino también de un mayor coste que implica un incremento del precio de venta de sus productos. Precio que debe ser capaz de defender ante su cliente, como es natural.
La minería de oro y el crimen organizado
Sin embargo, hay otro factor decisivo en relación a la disponibilidad de oro proveniente de pequeñas explotaciones no intensivas. En 2015 Amnistía Internacional y Global Witness publicaron el informe «Digging for transparency» en el que afirmaban que casi el 80% de las compañías estadounidenses que cotizan en bolsa no controlan ni revelan adecuadamente si sus productos contienen minerales procedentes de zonas en conflicto de África central. Suena terrible, ¿verdad?
¿Se deberá este hecho tan sólo a una cuestión de voluntad empresarial? Me temo que no, ya que la ONG The Global Initiative Against Transnational Organised Crime ha publicado recientemente el informe Organized Crime and Illegally Mined Gold in Latin America en el que concluye que la extracción de oro se ha convertido en la mayor fuente de financiación del crimen organizado en latinoamérica (y una excelente solución para el blanqueo de capitales). El vídeo que encontrarás a continuación ofrece un buen resumen:
Un 20% de la extracción de oro en todo el mundo corresponde a pequeñas explotaciones artesanales que, en términos generales, no son controladas por las autoridades y son muy vulnerables a la actividad del crimen organizado. El informe estima que los siguientes porcentajes corresponden a extracciones de oro ilícitas:
- Perú: 20%
- Bolivia: 30%
- Ecuador: 77%
- Colombia: 80%
- Venezuela: 80-90%
El artículo «¿Necesita Iberoamérica un Proceso Kimberley del oro?», publicado en el diario Gold&Time, ofrece información adicional acerca de todo esto y otro documento de interés es el informe «Las rutas del oro ilegal. Estudio de caso en cinco países». Desafortunamente, todo esto ocurre en muchos otros países… por ejemplo, las explotaciones mineras de este metal en el África subsahariana se encuentran en situaciones similares.
Para el fabricante de joyería existe dos «soluciones»:
- Llevar a cabo un proceso integración vertical, es decir, adquirir una mina de oro y gestionar su explotación directamente. Esto permite tener una completa certeza del origen de esa materia prima (al menos si se trata de un proceso controlado de forma adecuada).
- Adquirir oro con trazabilidad completa. Si lo encuentra, claro.
Aún así, estas dos opciones siguen adoleciendo de un inconveniente (y no menor): el impacto ambiental de la minería, incluso empleando las mejores prácticas disponibles de la industria, es brutal.
El mito de la minería sostenible
«La minería de los metales deja tras de sí a menudo un legado de tierras baldías y aguas contaminadas. Además, la explotación de nuevos territorios amenaza con destruir el modo de vida de sus habitantes y algunos de los parajes más extraordinarios de la tierra».
Alteraciones en superficie y subsuelo, procesos de lixiviación, afecciones a acuiferos y alteraciones en la circulación de las aguas superficiales y subterráneas, destrucción de hábitats y desplazamiento de la fauna, empleo de sustancias de elevada toxicidad para el tratamiento del mineral, etc. Todo esto es habitual en la explotación minera, por más «ecológica» que se quiera presentar. ¿Queda, entonces, lugar para la esperanza? ¿Es razonable confiar en que las buenas prácticas en el ámbito de la explotación minera vayan endureciéndose para minimizar el impacto ambiental de esta actividad? Sí, es algo que responderá a las exigencias de los consumidores… pero poco a poco. Muy poco a poco. Muestra de esto son proyectos como la Initiative for Responsible Mining Assurance (IRMA), por ejemplo.
A la vista de todo lo previamente expuesto, podría parecer que nos encontramos ante un dilema sin solución. En cierto modo, así es. Es lo que ocurre al utilizar materias primas no renovables y que demandan sistemas de extracción terriblemente agresivos con el medio ambiente. Sin embargo, hay una opción que, desde mi punto de vista, es la más aceptable: la utilización de metales reciclados.
Una de las virtudes de los metales es que son reciclables de forma virtualmente ilimitada. Contando con los medios adecuados, pueden ser fundidos y refinados una y otra vez. En el momento en que el metal ha sido extraído de la tierra el daño ya está hecho y es difícilmente reparable… por tanto, merece la pena sacarle el máximo partido posible. Tampoco podemos afirmar que sea sencillo acceder a proveedores que estén en condiciones de acreditar con todas las garantías que el origen del oro que nos están vendiendo es el reciclaje, pero los hay.
Bonus.- ¿Y qué hay de la «plata ecológica»?
Con la plata lo tenemos, a priori, más complicado aún que con el oro, puesto que los protocolos de organizaciones como el Responsible Jewellery Council tan sólo son aplicables a oro, platino y diamantes. La plata no es lo suficientemente rentable como para que resulte atractivo aplicar controles exhaustivos en origen. Sin embargo, seguimos teniendo la posibilidad de recurrir a la plata reciclada.
Más adelante retomaremos todo esto, abordando la problemática histórica de otros materiales como los diamantes… si te interesa, acuérdate de suscribirte ahora al newsletter de 925lab.
María dice
Creo que este anuncio que acaba de hacer la Alianza por la Minería Responsable viene muy a cuento 🙂 http://responsiblemines.org/es/mas-noticias/852-oro-ecologico-disponible
Poquito a poco se van consiguiendo cosas.
José Francisco Alfaya dice
¡Hola María!
Pasito a pasito, como bien dices. Agradezco de veras tu aportación porque me consta que hablas desde tu experiencia personal.
Un saludo y bienvenida a 925lab 🙂